En un esfuerzo renovado para luchar contra el crecimiento de la obesidad y promover una dieta más sana, numerosas organizaciones de salud y colectivos infantiles han solicitado a los ministros del Reino Unido que establezcan nuevos tributos a los alimentos con altas concentraciones de sal y azúcar. Este impulso se asemeja al éxito del impuesto al azúcar aplicado a las bebidas refrescantes, con los partidarios del cambio sosteniendo que estos nuevos tributos forzaron a los productores de alimentos a rediseñar sus productos y hacer más accesibles las alternativas más sanas para los consumidores.
La convocatoria a la acción se expresó en un escrito compartido dirigido al Canciller y al Secretario de Salud por 35 entidades. Dentro de los signatarios se incluyen relevantes entidades sanitarias que representan a los médicos, dentistas y directores de salud pública en el Reino Unido, además de entidades de beneficencia como Diabetes UK y el Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer. Además, se incluyó un representante de alto nivel de una reconocida entidad centrada en la salud, lo que potencia aún más el mensaje.
¿Pueden los nuevos impuestos sobre alimentos beneficiar tanto la Salud Pública como las Finanzas del Gobierno?
Los colectivos de salud sostienen que gravar los alimentos no saludables, tales como pasteles, dulces, galletas, patatas fritas y aperitivos salados, podría tener un doble objetivo: disminuir las enfermedades vinculadas a la alimentación y producir miles de millones de libras para el Tesoro. Con la apariencia de que dos tercios de la población apoyan los impuestos sobre los alimentos si los ingresos se destinan a la salud de los niños, los partidarios consideran esta táctica como popular y eficaz.
Una encuesta reciente realizada por los defensores de la nutrición pone de relieve las inquietudes de la audiencia. En un sondeo realizado a 4.943 adultos del Reino Unido:
El 74% de los participantes en la encuesta expresó que considera que las compañías de alimentos carecen de honestidad respecto a los efectos en la salud de sus productos.
El 61% manifestó inquietud respecto a los contenidos de azúcar y grasas saturadas en su alimentación.
Solo el 13% tiene fe en que los productores mejorarán la salud de sus productos sin la intervención gubernamental.
El 72% manifestó inquietudes acerca de los elevados grados de procesamiento en la elaboración de alimentos.
¿Es la expansión del impuesto al azúcar un modelo que vale la pena seguir?
Después del éxito del impuesto al azúcar en la disminución del azúcar en las bebidas refrescantes, recientemente se reveló que el Tesoro está evaluando su aplicación a otros alimentos con alto contenido de azúcar, como los batidos de leche y los cafés con alto contenido de azúcar. El impuesto al azúcar, instaurado en 2018, ha tenido un efecto significativo en la disminución del consumo de azúcar, y numerosos defensores de la salud lo consideran un referente para una regulación más extensa de los alimentos.
Una junta de salud destacó la importancia de estas acciones, declarando:
“El perjuicio que la industria de alimentos está causando a la salud de los niños representa la mayor amenaza para el bienestar y la productividad futura de nuestro país, y esto necesita ser frenado de manera inmediata”.
Afirmó, “Ahora el gobierno necesita ser más audaz, generando estímulos efectivos para forzar a la industria a alinearse con los objetivos de salud pública, de manera más rápida y eficiente”.
¿Está creciendo el apoyo a los impuestos sobre los alimentos?
La idea de un “impuesto de reformulación de sal y azúcar” se introdujo inicialmente en 2021 mediante la Estrategia Nacional de Alimentación, un reporte de responsabilidad del gobierno. Desde aquel momento, ha aumentado el respaldo de varias entidades políticas y de salud, que apoyan el concepto de los impuestos sobre los alimentos.
Los colectivos de salud solicitan a los ministros que regulen rigurosamente la industria de alimentos, indicando que los programas de reformulación voluntaria no han producido resultados adecuados. La misiva indica:
“Los programas de reajuste voluntario de azúcar, sal y calorías no han demostrado ser suficientemente eficaces, consiguiendo únicamente una disminución del 3,5 % en los niveles de azúcar en categorías esenciales de productos, en contraste con el impuesto obligatorio en la industria de bebidas (impuesto al azúcar), que ha conseguido una disminución del 34,4% en las ventas totales entre 2015 y 2020.”
¿Siguen siendo limitadas las opciones de productos más saludables?
Un reporte de una iniciativa mundial no lucrativa muestra que únicamente el 34% de las ventas de las 30 mayores compañías de alimentos y bebidas a nivel global se originan de productos “más saludables”. Algunas compañías, como Danone (70%), Barilla (65%) y Arla (58%), reportan un incremento en las ventas de productos alimenticios. No obstante, estas cifras disminuyen considerablemente en marcas como Coca-Cola (38%), Kraft Heinz (35%), Nestlé (33%) y Mars (15%).
Aunque los gobiernos y las organizaciones sanitarias están incrementando su presión, el informe indica que los progresos en la mejora de la calidad nutricional de los productos son escasos.
Un experto en investigación política de alto nivel resaltó la relevancia de acciones regulatorias, indicando:
“Sin modificaciones regulatorias audaces, nuestro sistema de alimentación seguirá siendo insuficiente para fomentar hábitos de vida saludables, en particular para los de ingresos más bajos”. Afirmó, “Aumentar los impuestos para abarcar otros productos altamente procesados y con alto contenido de azúcar podría ser revolucionario, en particular si los ingresos obtenidos se emplean para respaldar a las familias de bajos ingresos en la toma de decisiones alimentarias saludables”.
¿Cómo está respondiendo la industria alimentaria a los llamados por productos más saludables?
Como respuesta a las críticas, la Federación de Alimentos y Bebidas sostuvo que la industria de la alimentación ha logrado “avances importantes” en la generación de alternativas más sanas. “Las compañías han conseguido progresos notables en la creación de alternativas más sanas para los consumidores. En consecuencia, los productos de nuestros asociados ahora aportan un 25% menos de azúcar, un 24% menos de calorías y un 33% menos de sal al mercado británico de alimentos en relación con 2015, y también han proporcionado 190 millones de porciones extra de fibra a la población, declaró un portavoz.
¿Cuál es la postura del Gobierno frente a la Crisis de la Obesidad?
Un portavoz gubernamental admitió el problema de la obesidad, indicando que impacta al 26% de los adultos en Gran Bretaña y costó al NHS £11.8 mil millones anuales. Pese a que el reciente presupuesto reforzó la función del impuesto al azúcar en la promoción de bebidas más sanas, los oficiales han indicado que continuarán buscando respuestas a la crisis de la obesidad.
El portavoz confirmó que se espera la publicación de un plan de salud de 10 años en la primavera de 2025, el cual incluirá más acciones para tratar la salud alimentaria y la regulación de la industria.
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